El Partido Comunista de Canarias ante la Cuestión Nacional Canaria (1 de 4)
Parte I. Una aportación personal.
Estamos en el PCC en el proceso de elaboración de nuestro Manifiesto Programa que recoja las propuestas del PCC para una transformación social progresista de la realidad canaria como etapa previa hacia un modo de producción socialista. Será aprobado en la correspondiente Conferencia Programática que tendrá lugar en 2024.
En el Documento Político y Organizativo aprobado en el XIV Congreso del PCC el 11 de marzo de 2023, en el Eje 8 del proyecto republicano del PCE en Canarias, desarrollamos distintos aspectos bajo el epígrafe de: “Un Estado federal, que reconozca la plurinacionalidad y se base en la libre voluntad de los pueblos.”
Es importante destacar que en los Estatutos del PCE y en sus Congresos se reconoce el derecho de autodeterminación sobre las base del reconocimiento de los derechos nacionales, históricos, lingüísticos y culturales de las diferentes naciones que componen en la actualidad el Estado Español, que incluye además el derecho a la separación; pero sin perjuicio, claro está, de que la militancia comunista de todas las nacionalidades del Estado defiendan como alternativa política la proclamación de una República Federal que integre y reconozca la plurinacionalidad de España, defendiendo la integración de todas las nacionalidades del Estado en un marco de amplios derechos y libertades democráticas que desarrollen la lucha de clases y permitan avanzar unidos a trabajadores y capas populares hacia el irrenunciable objetivo de la sociedad socialista.
Sin embargo, no hay que olvidar que el artículo 2 de la Constitución del 78 afirma: «la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas». Con el vigente texto constitucional resulta extraordinariamente compleja, por no decir imposible, la posibilidad de materializar el ejercicio del derecho de autodeterminación por alguna de las nacionalidades reconocidas constitucionalmente.
No obstante, se puede dar en el contexto de un proceso constituyente de ruptura, como, por ejemplo, plantea el Partit Socialista Unificat de Catalunya-Viu cuando señala como principio básico entre sus militantes «la fidelidad a las ideas emancipadoras de los/as trabajadores/as y de las capas populares de Catalunya, en unidad con los/as trabajadores/as y las capas populares de los otros pueblos de España y en el internacionalismo. El PSUC-Viu fomenta la solidaridad con los pueblos del mundo que luchan por su liberación nacional, con los que combaten el imperialismo, y con los pueblos que abren camino hacia el socialismo en libertad». Entre sus objetivos plantea el artículo 4 de sus Estatutos «[…] la superación de la Constitución española del 1978, mediante un proceso constituyente, para impulsar junto a otras fuerzas de progreso un proceso que dé lugar a la construcción de un estado republicano, federal, plurinacional y solidario dentro del marco de una convivencia pacífica entre los y las españoles/as, rompiendo así la estructura clasista consolidada en la Segunda Restauración Borbónica; el ejercicio del derecho a la autodeterminación donde defendemos una República Federal, plurinacional, democrática y solidaria[…]».
En cuanto a Canarias, el IV Congreso del PCC celebrado en julio de 1979, no llegó a abordar en profundidad esta cuestión, sino que, de la mano de su secretario general, José Carlos Mauricio, impuso un planteamiento oportunista al respecto, hablando tan solo de nacionalidad canaria como concepto cultural de la autonomía política. En el camino se había producido la dimisión en los meses anteriores de varios dirigentes del PCC por serias discrepancias ante la actitud beligerante de Mauricio de negar la necesidad de una amplia discusión política en el seno del partido sobre la cuestión nacional de Canarias, dentro del contexto de las nacionalidades y pueblos del Estado español y ante el agrupamiento de fuerzas populares de la Unión del Pueblo Canario que había irrumpido en las elecciones de ese año con más fuerza aún que el que se había conformado en las de 1977, ambos uniendo la cuestión social de clase con la cuestión nacional.
Asimismo, dichas discrepancias se traducían en descontento en las bases agudizado por los métodos personalistas de un secretario general, José Carlos Mauricio, que finalmente se convertiría en el muñidor de la opción política de las oligarquías insulares agrupadas en Coalición Canaria.
El proceso de liquidación de la organización comunista adquirió dimensiones dramáticas. La casi totalidad de la dirección del PCC, desde la transición, desde luego la más significada socialmente como tal, participó activamente en el proceso de degeneración y no sólo acordó la disolución expresa del partido, sino que se pasó en bloque al campo más extremo del enemigo de clase.
Desde entonces, la reconstrucción del PCC se convirtió en una tarea de primer orden y dentro de ella, para evitar el aislamiento político-social del partido, son vitales la política de alianzas, la construcción de la unidad popular y la capacidad para atraerse a las tendencias situadas a la izquierda de la socialdemocracia, constituyendo las reivindicaciones sociales junto con la cuestión nacional elementos que no pueden ser descuidados dada la singularidad de la lucha política y social en Canarias, marcada por su especial formación social y superestructura política que demandan la profundización en su estudio en el marco de la Conferencia Programática.
Del IV Congreso al XIV Congreso
Desde 2017, hemos mantenido y defendido la legalidad y la necesidad de que el PCE fuera respetuoso con los acuerdos del XX Congreso, ultimo evento congresual legítimo. Sostenemos la plena validez de su programa que es precisamente un programa progresista que tiene indudable carácter de clase: proceso constituyente republicano, ampliación y garantías de los derechos y libertades democráticas, derecho de autodeterminación de nacionalidades, retorno al sindicalismo de clase combativo, salida de la OTAN, desmantelamiento de las bases militares extranjeras, recuperación de la soberanía económica con la salida del euro y la UE, políticas antineoliberales, procesos de nacionalización de sectores de la producción y sobre todo un programa antiimperialista.
Tras el XIV Congreso del PCC, 44 años después del IV, ha llegado la hora de abordar la cuestión nacional en el PCC. Como analizaba el camarada Joaquín Sagaseta en el periódico Tribuna Comunista de los meses de febrero y marzo de 1983, el aspecto políticamente más incisivo de “La Cuestión Nacional Canaria” fue, sin duda, la “conciencia nacional”. Se sobreentiende que sin tal “conciencia nacional” el problema canario, pese a sus bases objetivas, apenas hubiera tenido proyección política.
Con esta aportación personal mía, intento actualizar, en cuatro partes, el análisis desarrollado por Joaquín Sagaseta que, aun conservando la validez en lo que se refiere a la innegable existencia de bases objetivas, las mismas han experimentado cambios cuantitativos y cualitativos, aunque sin negar el posible futuro papel de “La Cuestión Nacional Canaria” como factor político de primer orden:
El desarrollo de la conciencia nacional introdujo factores de notables cambios en los posicionamientos políticos de las clases y grupos sociales de Canarias. Y, aunque actualmente en situación de reflujo, es lógico prever que, no en balde, el problema nacional no vaya a estar al margen de las confrontaciones de clases en un contexto de profundización de la crisis del sistema capitalista, en todas sus escalas, y del retroceso de la hegemonía ideológica, social, moral y política de la burguesía. La cuestión nacional conlleva un contenido con grandes potencialidades de cambios sociales y políticos progresistas, sobre todo en Canarias donde la burguesía es una clase parasitaria, dependiente y rentista.
Naturalmente, la dinámica de la lucha de clases, ni da pie por sí misma al desarrollo de la conciencia nacional, ni se dilucida teniendo como ingrediente el problema nacional, como tampoco hace surgir de golpe y porrazo una nacionalidad oprimida. Para eso se precisa una base objetiva diferenciada que, normalmente, reside en una comunidad psíquica de cultura e idiosincrasia, -en ocasiones de lengua-, una cohesión económica y una comunidad territorial. Sobre esas bases puede surgir una conciencia nacional, y su desarrollo puede desembocar en una nacionalidad, que tendrá el carácter de oprimida si carece de los derechos necesarios para desplegar sus propios valores y decidir sobre sus destinos, más concretamente, si carece del derecho a la autodeterminación.
Sobra decir que, tras el desconocimiento, o la persecución de los derechos y reivindicaciones nacionales, se halla siempre el interés de la clase dominante en socavar los derechos nacionales de los pueblos. En la época de un capitalismo monopolista de acusadísima concentración de capital, un rasgo natural de la forma de laminación de la burguesía es el centralismo. El proceso de desarrollo autonómico del Estado español, el “Estado de las Autonomías” no niega la anterior afirmación, a todas luces es afrontado a regañadientes por el capital oligárquico, y además, es en su esencia, una retirada hacia posiciones en las que confía impedir el desbordamiento por la izquierda del problema nacional, a la vez que obstaculiza una base social más amplia mejorando, por ese camino, las condiciones de dependencia de las llamadas burguesías “periféricas”.